Un ciudadano brasileño durante las elecciones municipales de Rio de Janeiro en 2016 (Reuters)

Un ciudadano brasileño durante las elecciones municipales de Rio de Janeiro en 2016 (Reuters)

A días de unas elecciones presidenciales que podrían definir el rumbo de la democracia en la región, la confianza de los brasileños en los comicios y en su actual gobierno se encuentra en niveles mínimos históricos. Según una serie de encuestas realizadas por Gallup a finales de julio y en agosto, menos de uno de cada cinco brasileños confía en su gobierno nacional (17%), mientras que solo el 14% confían en que las elecciones sean honestas.

La situación es notablemente distinta a la de antes de las elecciones presidenciales de 2010, cuando la ex presidente Dilma Rousseff llegó al poder. Ese año, la confianza de los brasileños en su gobierno alcanzó un máximo histórico del 51%. El país ha atravesado profundos conflictos socio-económicos y políticos desde entonces, incluyendo un monumental escándalo de corrupción que derivó en el juicio político de Rousseff en 2016 y en la encarcelación del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva en abril de este año.

1. En este país, ¿confía en el gobierno nacional o no?

Los brasileños tienen poca confianza en su gobierno nacional (Fuente: Gallup World Poll)

Los brasileños tienen poca confianza en su gobierno nacional (Fuente: Gallup World Poll)

Rousseff heredó una economía en expansión cuando asumió el gobierno, aunque con graves desequilibrios fiscales. Para 2014, el país atravesaba una severa crisis económica, la cual contribuyó a la disminución de la confianza en el gobierno.

Dada la avalancha de casos corrupción que han salido a la luz desde entonces, no es sorprendente que en los últimos años más de tres de cada cuatro brasileños cree que la corrupción es un problema generalizado del gobierno. Sin embargo, la desconfianza comenzó a crecer incluso antes del 2014 – en 2012, específicamente-, y la mayoría de los brasileños ha asociado al gobierno con corrupción al menos desde 2005, cuando Gallup comenzó a realizar sus encuestas en el país sudamericano.

2. ¿La corrupción está generalizada en el gobierno de este país, o no?

Ocho de cada diez brasileños cree que el gobierno es corrupto (Fuente: Gallup World Poll)

Ocho de cada diez brasileños cree que el gobierno es corrupto (Fuente: Gallup World Poll)

Además de tener poca fe en el gobierno y de la creencia generalizada de que hay corrupción en todo el país, pocos brasileños consideran que los comicios son justos. Menos del 33% de los encuestados han manifestado confiar en el sistema electoral desde el comienzo de la encuesta en 2005.

No obstante, ese porcentaje se ha reducido a menos del 20% de la población del país desde 2013. La caída en la confianza de los ciudadanos se acentuó tras las protestas de ese año contra la construcción de estadios de fútbol y otras obras públicas para la Copa Confederaciones y el Mundial de Fútbol, en lugar de dedicar el gasto a planes sociales.

3. En este país, ¿confía usted en la honestidad de las elecciones, o no?

Pocos brasileños confían en su sistema electoral

Pocos brasileños confían en su sistema electoral

El descontento de los brasileños con el sistema político y sus representantes explican por qué el candidato a presidente anti-sistema Jair Balsonaro ha conseguido resultados favorables en las últimas encuestas. Un ex oficial del ejército, Balsonaro se ha alineado estrechamente con otros ex miembros del ejército brasileño en este ciclo electoral que afirman que los "valores militares" son fundamentales para rescatar a Brasil de los actuales problemas que la agobian. En un país que se libró de su última dictadura militar en la historia moderna reciente, en 1985, tales declaraciones pueden plantear un desafío serio a sus instituciones democráticas.

Balsonaro competirá en las elecciones presidenciales de este 7 de octubre contra Fernando Haddad, el candidato del mismo partido político de izquierda que llevó a Lula y a Rousseff al poder. A diferencia de Balsonaro, que promete recortar impuestos para salir de la recesión, Haddad pretende aumentar el gasto público y poner fin a las medidas de austeridad del actual gobierno en pos del mismo objetivo. Sin embargo, enfrentando él también acusaciones de corrupción que se le imputan, Haddad corre el riesgo de ser percibido como un candidato del establishment por parte de un electorado que en su gran mayoría está hartó del gobierno.

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