La fachada del Ministerio de Economía (REUTERS/Cristina Silles)
La fachada del Ministerio de Economía (REUTERS/Cristina Silles) (STRINGER/)

La situación es crítica. El Banco Central se quedó sin reservas líquidas, la deuda por el pago de importaciones se incrementa y la brecha entre el dólar oficial y los dólares financieros no parece tener ninguna intención de achicarse. En virtud del atraso cambiario, el fervor por importar es cada vez mayor y el ánimo para exportar parece haberse extinguido ante una cotización oficial que está alejada de la realidad de mercado y un esquema de retenciones que terminan de sepultar lo poco que queda del sector exportador.

En un contexto donde las reformas estructurales jamás llegaron, la situación económica es extremadamente frágil –según lo demuestran cada uno de sus indicadores– y un nivel inflacionario que acecha ante la emisión monetaria desenfrenada, la incertidumbre política y la falta de dólares, el Ministro de Economía anunció un nuevo tipo de cambio para el sector sojero y las economías regionales, en pos de intentar incentivar la liquidación de exportaciones, calmar al mercado cambiario y seguir probando formulas cortoplacistas con el objetivo de lograr llegar a las elecciones sin una implosión económica. Sin embargo, el camino parece complicarse.

En virtud del atraso cambiario, el fervor por importar es cada vez mayor y el ánimo para exportar parece haberse extinguido

La nueva propuesta cambiaria contempla un esquema similar al de las versiones anteriores de un tipo de cambio diferencial para exportaciones agropecuarias. En esta nueva versión (la cuarta si tenemos en cuenta la primera versión del “dólar soja” ejecutada por Silvina Batakis en su breve paso por el Ministerio de Economía) otorga a quienes liquiden sus exportaciones provenientes del complejo sojero un tipo de cambio de 300 pesos por dólar, unos 89 pesos más que lo que cotiza el dólar oficial mayorista. Esto tendrá vigencia hasta el 31 de mayo. El mismo beneficio se les otorga a las economías regionales, a quienes se les reconocerá el mismo tipo de cambio pero por algún tiempo más: se les permitirá liquidar con el flamante “dólar agro” hasta finales del mes de agosto.

Con las nuevas medidas (que además incluyen sanciones para aquellos exportadores que no hayan liquidado tal como indica la normativa y algunos beneficios para aquellos que hayan sido afectados por la histórica sequía) el Gobierno pretende que se liquiden cerca de 6.000 millones de dólares, dólares estos que comprará a 300 pesos cada uno y los venderá a 211 pesos (según la cotización oficial mayorista actual): el BCRA es el único que compra más caro de lo que vende. Esta operatoria estará representando en el futuro una emisión de 89 pesos por dólar. Si todos los dólares se los terminan llevando finalmente los importadores (o cualquiera que pueda acceder al Mercado Único y Libre de Cambio), esto generará una emisión de $534.000 millones de pesos, lo que equivale al 10% de toda la base monetaria.

El Gobierno pretende que se liquiden cerca de 6.000 millones de dólares, dólares estos que comprará a 300 pesos cada uno y los venderá a 211 pesos

Lo cierto es que al margen de las cuestiones monetarias y de necesidad de reservas para cumplir con los pedidos del FMI, estas últimas medidas económicas no resultan mágicas: lo que se liquide ahora será probablemente lo que deje de liquidarse más adelante: esto solo genera que se adelanten operaciones, no que se multipliquen. Además siempre es sano recordar que lo que se perdió en la sequía no se puede recuperar, por lo que no existe medida económica que pueda reparar lo irreparable.

Todo parece inconsistente en una economía con más de 100% de inflación y un nivel de inestabilidad política que nos acompañara al menos por lo que queda del año. Tal vez en algún momento el sentido común pueda sacarnos de tanta decadencia.

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