Los jugadores del Atlético de Madrid celebran el primer gol de Morata al Real Madrid (REUTERS).
Los jugadores del Atlético de Madrid celebran el primer gol de Morata al Real Madrid (REUTERS). (ISABEL INFANTES/)

El Atlético se ha reencontrado consigo mismo. Ante su eterno rival, el Real Madrid y bajo un escenario, el estadio Metropolitano, al que le “sobran los motivos” para estar entregado a la causa. Los rojiblancos se olvidaron del esperpéntico partido realizado en Mestalla y del shock que supuso el empate del portero de la Lazio en la última jugada y firmó ante los de Ancelotti (3-1) su victoria más necesaria. Tanto por las nocivas sensaciones sacadas de los últimos encuentros, como por la posición en la tabla. Antes del pitido inicial se encontraban a ocho puntos del Real Madrid y con la posibilidad de, en caso de victoria blanca, alejarse hasta los once y complicarse de sobre manera las aspiraciones ligueras cuando el calendario aún se encuentra en la página de septiembre, casi nada.

La presión caía sobre los hombros de los rojiblancos, que comenzaron a esquivarla antes del pitido de Alberola Rojas porque el Madrid salió sin gol. La megafonía del estadio recitaba las alineaciones y saltó la sorpresa al escuchar que Joselu, único delantero puro del conjunto blanco, era suplente. Ancelotti decidió iniciar sin delantero y confiar las llaves del centro del campo a Modric y Kroos, su guarda pretoriana que ahora mismo zozobra ante partidos de estos mimbres. Al menos si juegan los dos juntos. Ninguno completó el partido. Modric dejo su hueco a Joselu y Kroos a Brahim. Tiempos pasados fueron mejores para dos leyendas a las que el paso del tiempo, tarde, pero les está empezando a llegar. En frente, Simeone apostó por Koke y Giménez, que pasaron de la enfermería al terreno de juego.

Las áreas fueron rojiblancas

El inicio del partido siguió la línea de esta temporada: un gol en contra. Arribas adelantó al Almería en la jornada dos, Larsen al Celta en la tercera -posteriormente anulado-, Borja Mayoral hizo lo propio con el Getafe en la cuarta jornada, Barrenetxea a la Real Sociedad en la quinta y Morata y Griezmann prolongaron la maldición blanca en la sexta. El exmadridista cabeceó, sin oposición, un gran centro lateral de Samu Lino ante la pasividad de la zaga blanca y el francés, igual de solitario, remató de cabeza otra jugada con Lino como protagonista. Esperó a que Saúl le doblase, nadié siguió al volante rojiblanco que centró a placer. Minuto 20 y el Atlético ya ganaba 2-0.

Griezmann celebra su gol ante el Real Madrid (REUTERS).
Griezmann celebra su gol ante el Real Madrid (REUTERS). (ISABEL INFANTES/)

Los dos golpes colchoneros retrataron a una vulgar defensa blanca y manifestó el error de cálculo de Ancelotti. La batalla no estaba librando en el centro del campo, sino en las áreas. Marcaba y ganaba el equipo que tenía delanteros sobre el terreno de juego. El voltaje del Atlético era superior al del Madrid y sus bandas, más profundas, especialmente la de Samuel Lino, que se consagró y oposita a ser el carrilero que tanto busca Simeone. Con dicha renta, el Atlético aculó, aunque no tanto como para no exigir a Kepa una gran intervención tras un remate de Saúl. De nuevo la espalda de un lateral, esta vez de Fran García.

Pichichi Morata

El partido apuntaba a goleada, cuando Kroos se sacó de la nada un derechazo imparable. Y el Atlético, que lo había hecho todo estupendamente, llegó al descanso pidiendo la hora y con polémica. Alberola no dio validez un gol de Camavinga por fuera de juego, existente, de Rüdiger. El central no llega a rematar, pero concentra la atención de la zaga rojiblanca. Juzguen ustedes mismos.

El paso por vestuarios invitaba a pensar en una reacción blanca. Ancelotti, sabedor de su error inicial, retiró a un centrocampista, Modric, y dio entrada a su único delantero. Pero el gol lo encontró el homólogo rojiblanco de Joselu, Álvaro Morata. Y otra vez, de cabeza. Y otra vez, libre de marca. Quinto tanto de Morata que iguala a Lewandowski y Bellingham como máximo goleador del campeonato. Tres goles que retratan a la zaga blanca. Ancelotti volvió a agitar la coctelera con un triple cambio que permitió a su equipo crear cierto peligro con disparos lejanos. Aunque estuvo más cerca de llegar el cuarto el Atlético, pero el larguero se interpuso en el remate de Hermoso. Los rojiblancos no se durmieron y, por cabezonería, se meten en la pelea por LaLiga.

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