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Francisco y Alberto Fernández ( /)

Estas reflexiones están destinadas a comentar un hecho que nos sorprendió cuando en los diarios del viernes pasado uno de los precandidatos a presidente invitó al diálogo a los dirigentes del oficialismo y de la oposición con una propuesta de unidad nacional y la conformación de un gobierno de coalición.

Para sentarse a una mesa de diálogo habría que determinar un mecanismo por el cual la ciudadanía pueda pronunciarse por los candidatos de su preferencia con el fin de conformar un gobierno nacional de coalición. Pero esto no puede basarse en una negociación, en un reparto del poder un “tome y traiga” y una mera “declamación” de unidad nacional. Y no es fácil sanar este mal cuando viene de lejos.

El diálogo para superar el conflicto a la luz de las enseñanzas bergoglianas

¿Cómo sanar ese mal de origen? Jorge Mario Bergoglio cuando era Provincial de los Jesuitas del Río de la Plata -como lo hemos dicho muchas veces -enunció 4 principios para iluminar el pensamiento que desarrolla siendo Papa en Evangelii Gaudium (Cap. Cuarto, Acap. III). Uno de ellos está referido a la unidad y el conflicto y dice que lo primero prevalece sobre lo segundo y se complementa con los otros, “el tiempo es superior al espacio”, “el todo es superior a la parte y la suma de ellas” y “la realidad es superior a la idea”.

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Cuando Jorge Bergoglio era Provincial de los Jesuitas del Río de la Plata enunció 4 principios para iluminar el pensamiento (Photo by Peter Macdiarmid/Getty Images) (Peter Macdiarmid/)

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El todo en peligro exige definir hasta donde llega la grieta y cuáles son las partes

A nuestro juicio la causa de la grieta no hay que buscarla sino en la cultura de los argentinos y nos interpela a todos. Echa sus raíces en la cultura individualista del “sálvese quien pueda” y “a mí solo me importa lo mío” por un lado y por el otro en la cultura cristiana. Detrás de esa primera grieta del partido del egoísmo y del partido de la solidaridad, están los que no creen en Dios o son falsos creyentes y los creyentes. Eso se reproduce en la dirigencia donde hay ateos, agnósticos, cristianos y fariseos u otros credos.

Una expresión de esa grieta fueron algunas leyes nacionales como la ley de despenalización del aborto, la ley del matrimonio igualitario y las campañas de difusión de la ideología de género que generaron entre los segmentos medios de la población confusión y enfrentamientos.

La nación está en peligro y esa es la totalidad que debe prevalecer frente a los intereses de las partes (provincias, sectores, corporaciones, grupos, etc).

Occidente vive un regreso al mundo sagrado (REUTERS/Alkis Konstantinidis)
Occidente vive un regreso al mundo sagrado (REUTERS/Alkis Konstantinidis)

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Como bien se ha planteado en la propuesta que nos sirve de inicio, se impone un diálogo que privilegie a los pobres, el trabajo y la producción, el orden económico, el carácter pasajero de los planes asistenciales y la distribución del ingreso.

El renacer de la fe y el diálogo para la unidad

Contrariamente a lo que dicen los viejos progresistas, Occidente vive un regreso al mundo sagrado. Es la realidad que se vive en nuestros pueblos de América y de Europa. Hay un crecimiento de la religiosidad popular frente al fin de las ideologías y del proceso de secularización, agnosticismo y la negación de Dios. El hedonismo y el espíritu consumista subsiste como consecuencia del mantenimiento del gigantesco aparato de publicidad, la maquinaria del mercado y la gran brecha entre ricos y pobres, pero sus desviaciones e injusticias van perdiendo el apoyo de la razón y de la fe.

Aprovechando los avances del capital, la ciencia y la tecnología hay una extraordinaria revalorización del cristianismo y de la unidad de las religiones a través de la expansión del ecumenismo.

Y en el campo de la cultura la vuelta al cuidado de la naturaleza, la defensa de los pobres y desvalidos, las enseñanzas de las Iglesias, la producción cinematográfica y literaria así lo demuestran. Asimismo las concreciones de políticas incardinadas en los principios cristianos son rasgos contundentes de ese regreso y del fin del divorcio entre religión, moral y política. El gran escritor norteamericano Tom Holland declaró que«Cuando la Primer Ministro de la principal potencia europea Ángela Merkel dejó entrar a los inmigrantes en su país estaba obedeciendo a sus raíces cristianas (luteranas) y ahí está el espíritu del buen samaritano». Y qué no decir de la ayuda brindada por el gobierno italiano a los migrantes y náufragos en el Mediterráneo. En el campo de la filosofía las obras del coreano Byung-Chul Han (1959) están entre las más vendidas en el mundo e innumerables producciones literarias avalan este regreso a las fuentes del cristianismo.

Jorge Bergolgio- Néstor Kirchner
El titular de la Iglesia católica argentina, cardenal Jorge Bergoglio, saluda al presidente Nestor Kirchner y a su esposa Cristina Fernandez de Kirchner en la catedral metropolitana (Foto NA zzzz)

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A lo que no podemos dejar de agregar la gran reforma que el papa argentino introdujo en el Vaticano en la última década, los nuevos rumbos que imprimió a la evangelización y a la marcha de la Iglesia católica y los constantes esfuerzos que realiza a favor de la paz mundial.

Qué significa que “la unidad prevalece”

Volviendo al principio de Jorge Bergoglio según el cual “la unidad prevalece frente al conflicto” si nos preguntamos ¿Por qué prevalecer y no ser superior? como ocurre con el enunciado de otras polaridades en pugna, nos señala que hay una sutil diferencia. Prevalecer significa sobresalir, que implica una superioridad, pero al mismo tiempo y en otra de sus acepciones que podría ser entendida metafóricamente dice: (el proceso de) “Las plantas y semillas en la tierra es un ir creciendo y aumentado poco a poco”. Prevalecen.

En la tierra está el encuentro y en la tierra está instalado el tema del conflicto, ya que este no es otra cosa que el des-encuentro, que es también un encuentro fallido con nuestro semejante, sea este nuestro amigo, amante, enemigo o extranjero que se cruza en el camino. Claro que la entidad del conflicto depende de la mirada de los que son parte de él y de eso dependerá la mayor o menor posibilidad de su superación.

“El camino del diálogo en el conflicto con el otro-objeto”

La reducción a este tipo de encuentro del otro como objeto corre por cuenta de este cronista y se hace, no porque se deba excluir de la política el amor y el contenido intersubjetivo, sino porque en el caso del diálogo de intereses políticos -según creo -estamos en algo así como cuando el cirujano opera. No puede no objetivar al otro sin riesgo de causarle un daño para que concluída la operación renazca, en su caso, la amistad o el amor. Por eso el del político es un diálogo difícil.

En la XIII Jornada de Pastoral Social en Buenos Aires, el 16 de octubre de 2010, el arzobispo Bergoglio desarrolló la relación de unidad-conflicto que comentamos, en los siguientes términos:

“Si uno se queda en lo conflictivo de la coyuntura, pierde el sentido de la unidad. El conflicto hay que asumirlo, hay que vivirlo, pero hay diversas maneras de asumir el conflicto. Alguien que obvia el conflicto no puede ser ciudadano, porque no lo asume, no le da vida, se lava las manos. La segunda es meterse en el conflicto y quedar aprisionado. Entonces, la contribución al bien común se daría solo desde el conflicto, encerrado en él, sin horizonte, sin camino hacia la unidad. Ahí nace el anarquismo o los libertarios (el agregado de estos últimos es nuestro), esa actitud de proyectar en lo institucional (por ejemplo la casta, ejemplo que nos pertenece) las propias confusiones. La tercera es meterse en el conflicto, sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de una cadena, en un proceso”.

“Meterse en el conflicto” significa, a nuestro juicio, verlo sin ideas que contaminen la realidad, ver la realidad tal cual es, hacerse cargo. “Sufrir” el conflicto es examinarlo con inteligencia, dialogar, y en ese camino dialógico formar la cadena, el proceso que hará posible la síntesis y la prevalesencia de la unidad.

A esta altura cabe preguntarse: ¿Es posible el diálogo cuando el otro me considera un obstáculo o pretende destruirme como ciudadano o grupo social? ¿O cuando quiere evitarme o reducirme a mero instrumento?

Francisco parece decirnos que siempre es posible, aunque se presente como muy difícil. Según sus enseñanzas, lo primero en cualquier conflicto sería comenzar por analizar la mirada que cada uno hace del otro, dejando para después los términos del pleito. Luego, el diálogo debe hacerse sobre la realidad del conflicto y tiene que tener ciertas condiciones de validez:

a) Nunca puede ser un diálogo de sordos, no debe buscar ni el acuerdo a cualquier precio (irenismo), ni la mera componenda o la absorción de uno en el otro (sincretismo);

b) Ha de ser auténtico, donde cada uno escuche lo que el otro dice, incorporando a su conocimiento lo oído, lo que no significa que lo haga suyo.

c) Se deben producir síntesis;

d) Se debe buscar la resolución del conflicto en un plano superior que conserve en sí las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna.

Agrega Francisco: “Una paz que no surja como fruto del desarrollo integral de todos tampoco tendrá futuro y siempre será semilla de nuevos conflictos y de variadas formas de violencia”, al aumentar la injusticia social y el abismo entre ricos y pobres.

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