Mercedes Martínez

Córdoba, 9 dic (EFE).- Un uso abusivo de las pantallas en los niños les impide aprender habilidades sociales imprescindibles para su desarrollo como personas, lo que puede provocar, con el paso de los años, la aparición de inseguridades tanto en la adolescencia como en la edad adulta.

Aún así el asunto de las pantallas es “bastante delicado”, según el psicólogo Antonio García Moreno, experto en el tratamiento de niños y adolescentes, quien, en una entrevista con EFE, ha asegurado que tampoco “se trata de eliminar su uso porque es una forma de aprendizaje y de relación pero sí de limitarlo”.

García Moreno, que lleva 20 años ejerciendo como psicólogo tratando fundamentalmente a niños y adolescentes, aunque también trata a adultos, ha explicado que “ahora se relacionan con gente de otros lugares, tienen el mundo entero para encontrar personas con sus inquietudes” pero el problema es que, “al final, si nos centramos demasiado en el mundo virtual, no practicamos las habilidades sociales que tenemos y que hay que practicar para aprenderlas y perfeccionarlas”.

Los niños, cuando son pequeños a través del juegos en un parque, o en cualquier otro entorno, aprenden a manejar primero las habilidades físicas y luego las relaciones sociales, “y así aprenden a comunicarse”, pero si su mundo se centra en una pantalla “carecerán de esas habilidades cuando sean mayores”.

Así, cuando llegan a la adolescencia “o tienen habilidades de relación o se quedan excluidos” porque es la etapa en la que se empiezan a practicar con más intensidad las relaciones sociales.

Según el psicólogo, “si esa práctica no la tenemos porque estamos con el móvil, se limita muchísimo la habilidad de relación” y, además, “si los niños no se relacionan en persona no adquieren esa habilidad y aparecen muchas inseguridades, muchos miedos cuando la persona está frente a frente”.

Ha puesto de manifiesto que hay “muchos niños que tienen mucha habilidad para relacionarse a través de las redes y tienen miles de seguidores, pero luego los pones en un sitio donde haya personas y se quedan sentados y no son capaces de hablar ni de relacionarse”.

Entonces, “con el móvil estupendamente, pero persona a persona no, y eso les genera muchísima inseguridad” porque “las relaciones reales, como por ejemplo de pareja, no son a través de una pantalla, y entonces ahí sí que se genera un problema importante”.

Antonio García ha dedicado diez años de su ejercicio profesional a trabajar con niños y adolescentes de centros de protección de menores y los que están en acogimiento familiar.

Fruto de esa experiencia, y de la clínica con adultos ya que ha podido ver cómo en entornos normalizados las afecciones de salud mental en la etapa adulta están relacionadas con vivencias del pasado, ha plasmado en su libro ‘La base segura’ la importancia que tiene “la experiencia que vivimos desde que nacemos y el apego familiar que tenemos en la evolución de nuestra salud mental”.

‘La base segura’, editado por Almuzara, es una fábula que se desarrolla en el planeta imaginario Grom y donde sus habitantes, los gromos, se ven inmersos en una situación límite que los impulsará a descubrir fascinantes mundos.

En su viaje, según Antonio García, “transmiten valiosas enseñanzas sobre el desarrollo del apego y el potente impacto que ocasiona el entorno en el que se vive en la salud mental”.

Los gromos dan respuesta a estas cuestiones y descubren las claves para sanar antiguas heridas, a la vez que descubren a los padres y madres cómo construir una base segura de apego que ayudará a sus hijos a ser “personas más felices, emocionalmente más fuertes y estables”.

“La base segura” es donde se dan las condiciones propicias para que una persona que venga incluso de un ambiente o de una situación que haya sido negativo en su infancia o en su adolescencia pueda tener esa estabilidad.

Que pueda predecir lo que más o menos le va a ocurrir y poder generar esa sensación de seguridad y de un vínculo correcto con el entorno que le permita estar sano y ser feliz.

En su opinión, “cuando nosotros tenemos una base segura, nos enfrentamos a la vida de otra forma, vamos con más seguridad, aprendemos mejor, nos desarrollamos mejor no solo a nivel intelectual y emocional, sino también físico” porque los niños que viven “en un ambiente más estresante su organismo está dedicado a sobrevivir y, en general, se desarrollan peor en todos los ámbitos de la vida”.

Este experto concluye que “es mucho más fácil luego enfrentarte a las dificultades de la vida cuando tienes confianza en ti mismo y sabes que tienes recursos para enfrentarte a las demandas del medio en el que vives”. EFE

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