Vista de billetes de dólares, en una fotografía de archivo.  EFE/Sebastiao Moreira
Vista de billetes de dólares, en una fotografía de archivo. EFE/Sebastiao Moreira
(Sebastiao Moreira/)

Ajeno a todo, el dólar sigue su propia dinámica impactado por la variable que más influye en esta etapa de intento de estabilización económica: el ingreso de divisas. No fue un buen día ayer para el mercado financiero: las acciones sufrieron un fuerte derrape, casi un martes negro, del que no se salvaron los papeles de empresas energéticas, de bancos ni de las ligadas a la construcción como Loma Negra. Las caídas promediaron 4% y llegaron superar 8% como en el caso de Transener. Fue la mayor caída desde que empezó el año y que también repercutió en aquellas compañías que cotizan en Wall Street aunque, en ese caso, los retrocesos fueron más moderados. El marco fue un contexto internacional también hostil, en el que los bonos argentinos no pudieron sostener la fuerte suba del día anterior, cuando reaccionaron positivamente ante el discurso del presidente Javier Milei en el Congreso y llevaron el riesgo país a su menor nivel en 30 meses. Ese indicador volvió a anotar ayer una leve suba, de 1.590 a 1617 puntos básicos,

En el medio de esa jornada difícil, el dólar mantuvo su propia lógica y la brecha cambiaria tocó un nuevo mínimo: la diferencia entre el dólar informal y el oficial minorista se ubicó en apenas 13% mientras que en el caso del dólar financiero, relevante a la hora de anticipar las instancias de flexibilización del cepo, perforó 25% en el caso del contado con liquidación. Esa dinámica alimenta la expectativa de un veloz levantamiento del cepo, idea que en el equipo económico rebaten incluso a pesar de las declaraciones promovidas desde la Casa Rosada. Tanto en el Palacio de Hacienda como en el Banco Central se sienten las presiones pero, al igual que Milei en el Congreso, los funcionarios piden “paciencia”. “Todavía falta”, aseguran, ya sin precisar cuánto.

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Esa caída de la brecha cambiaria es, en definitiva, hija directa del dólar “blend”, es decir, aquel esquema por el que los exportadores liquidan 80% de sus ventas en el mercado de cambios oficial y el restante 20% a través del CCL. Ese mix tiene fecha de defunción: de acuerdo a lo comprometido con el FMI, en junio deberá eliminarse este esquema. Nadie lo confirma pero, dados los precios actuales, esa fecha podría adelantarse en la medida que ingresen los dólares de la cosecha gruesa. A Milei le encanta hacer más de lo que le pide el FMI.

El analista y operador de Romano Group, Salvador Vitelli, confirmó que la oferta de exportadores sobre CCL aumentó durante la segunda quincena de febrero y que, ya iniciado marzo, el promedio de las últimas 10 ruedas fue de USD 102 millones.

El dato más llamativo es que, de esa cifra, el agro aportó apenas 20% del total. Es decir que el campo sumó en promedio unos USD 20 millones diarios mientras que los restantes USD 82 millones provienen de los demás sectores productivos.

“Mayor oferta y menor demanda: caída en el precio. Ahora a la espera del ingreso de la cosecha gruesa”, anticipó Vitelli. Es que, precisamente, la mayor oferta que estacionalmente se producirá en las próximas semanas presionará a la baja las cotizaciones. Otra vez, en ese punto, en el que la brecha podría terminar de borrarse, arrecian las expectativas de eliminación de las restricciones cambiarias.

Ocurre que, del otro lado, si bien la demanda por pago de importaciones empezaría a normalizar su flujo ya que el calendario establecido a fin del año pasado por el Banco Central llega a cubrir 100% en abril, la caída de la actividad quita una enorme presión al volumen de importaciones. Esa demanda, dadas las perspectivas de un difícil proceso de recuperación económica para la industria, principal demandante de insumos externos, difícilmente crezca antes de fin de año. Eso explica que, a pesar del temor al atraso cambiario, no hay voces serias en el mercado que alerten sobre un inevitable salto cambiario en el corto plazo.

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