Una jubilada camina en un supermercado en Buenos Aires en un contexto de alta inflación que impacta en el consumo de los argentinos. 19, dic,  2023. REUTERS/Agustin Marcarian
Foto de archivo: una jubilada camina en un supermercado en Buenos Aires en un contexto de alta inflación que impacta en el consumo de los argentinos. 19, dic, 2023. REUTERS/Agustin Marcarian (AGUSTIN MARCARIAN/)

Las subas de los alimentos tienen varias razones, aunque sin demasiada relación con que el incremento en los precios de los granos o las carnes, ya que en Argentina se replica lo mismo que sucede a nivel global, donde hubo fuertes caídas del precio de todos los commodities relacionados con los alimentos, salvo el azúcar. Sin embargo, el índice de precios de la FAO, por ejemplo, habla de caídas respecto a los niveles de 2022, que están en torno al 20 y 25%, caída mucho más significativa en el caso de los aceites, que superan el 30%. Es decir que esas bajas internacionales también se replicaron en los precios que reciben los productores en el país.

Cuando uno mira la composición de precios de los alimentos hay un altísimo porcentaje que se compone de impuestos, que se están pagando con ese precio. Entre los lo más representativos se encuentran el pan, la carne y la leche, con niveles impositivos que llegan hasta el 30% de la composición final del precio que paga al consumidor en góndola.

Es difícil hablar de márgenes de ganancias razonables para el productor ya que es muy distinto lo que puede considerar ganancia un productor de leche que uno de trigo, maíz o soja, además de ser variable de acuerdo a la zona.

Uno de los eslabones que más distorsiones de precios puede genera es la intermediación entre el productor y el consumidor final

El mayor perjuicio en el esquema de precios actual, en la situación inflacionaria del país, es que el productor primario tiene muy poco margen para modificar el precio según su costo de producción, por lo que ese margen puede hasta ser negativo para el productor, aunque el consumidor final pague un precio altísimo del producto terminado en góndola, porque además, a lo largo de la cadena comercial se van agregando los márgenes de ganancia de cada uno de los participantes.

¿Esto qué significa? Que el productor sigue produciendo porque es lo que sabe hacer y tiene una estructura montada para ello, y cuando lo hace a pérdida, se puede producir una caída en la producción que termina contribuyendo a la espiral inflacionaria.

La intermediación

Uno de los eslabones que más distorsiones de precios puede genera es la intermediación entre el productor y el consumidor final. El índice o grado de distorsión dependerá, asimismo, del producto del que se trate. Si se trata de lácteos, por ejemplo, además de la intermediación hay un componente muy grande por la intervención de la industria elaboradora de leche, que recibe el producto del tambero. Es decir que en la medida que un producto requiera de más intermediación, mayor será el costo de la industria además del margen de ganancia que quiera imponer.

También es necesario tener en cuenta que a la industria también se le incrementan sus costos de producción.

Cada incremento, por pequeño que sea, se traslada desde el primero al último eslabón de la cadena productiva. El productor pagará más caro el combustible para sembrar y cosechar hasta la industria elaboradora, que pagará más por el combustible para la distribución y logística.

Esta espiral de aumentos en los costos puede llegar a provocar ganancias extraordinarias en la intermediación, pero también habrá incrementos multiplicados en cada paso desde la elaboración hasta la venta final del producto.

Cada incremento, por pequeño que sea, se traslada desde el primero al último eslabón de la cadena productiva

Siempre que haya mayor cantidad de jugadores en la cadena productiva genera competencia. Existen una gran cantidad de producciones, donde no es igual la producción hortícola en el cinturón bonaerense que en Río Negro. La gran variedad de producciones similares en distintas regiones, además de la gran diversificación de alternativas productivas en el país, hacen que el poder de negociación de quien genera el primer eslabón de la cadena (productor primario) no tenga mucho margen de negociación para fijar precios.

Control de precios

Una de las herramientas utilizadas para intentar evitar la distorsión entre lo que percibe el productor y lo que paga el consumidor es el control de precios, herramienta que no demostró eficacia. Está totalmente comprobado que esos controles no son de utilidad y mucho más si se aplican con los niveles de inflación que tiene hoy Argentina.

Los controles de precios ayudan a de manera momentánea a desacelerar los procesos inflacionarios, pero si no están acompañados de políticas que contemplen una disminución de la dinámica inflacionaria, el proceso se termina revirtiendo acelerando los precios existentes antes del control o congelamiento. También está demostrado que estos controles no afectan a las economías y producciones regionales.

El caso de la leche

Argentina tiene en la actualidad alrededor de 670 empresas lácteas y casi nueve mil tambos, que generan 11 mil millones de litros de leche anuales, con un pico de exportación en 2022, cuando logró colocar el 24% de la producción, con un ingreso histórico de USD 1.570 millones.

Sin embargo y pese a la marca, el productor primario -el tambero-, sigue percibiendo uno de los precios más bajos del mundo y de la historia, hoy alrededor de $194/tn por el producto entregado en diciembre, es decir poco más de 23 centavos de dólar.

Desde el viernes 26 de enero, el precio del pan (y los panificados) aumentaron un 20%

Es en la góndola dónde se ve reflejada esa inequidad: (no recibe eso,) referenciado en la cotización oficial de la moneda extranjera, un litro de leche de primera marca ($900 pesos promedio en las cadenas de supermercados) supera hoy el valor de un dólar ($824 la unidad según la pizarra del Banco Nación).

Los precios finales también inciden en el consumo per cápita de leche, que se encuentra en los valores más bajos de los últimos 15 años. Según datos de entidades de defensa del consumidor, un argentino consumía en 2010 casi 210 litros anuales de leche, marca que estará, en el balance de 2023, por debajo de los 190 litros por persona.

Aunque la leche suele ser el más consumido por los argentinos, la mayoría de los lácteos incrementaron, en los últimos dos meses, de manera sostenida sus precios. En el caso de la manteca, por ejemplo, el pan de 200 gramos que en los primeros días de diciembre podía conseguirse desde 450 pesos, hoy varía entre los $900 y los $2.800 según la marca y el comercio.

Otro de los productos preferidos por los argentinos, pero también entre los más costosos, es la mozzarella, que rondaba los $4.000 por kilo una marca premium finalizando 2023 mientras que hoy, una marca económica parte de los $5.000 y supera los $10.000 en algunas ocasiones.

Otro aumento en el pan

Desde el viernes 26 de enero, el precio del pan (y los panificados) aumentaron un 20%, lo cual lleva el kilo de ese producto a un precio de referencia, en el territorio bonaerense, de los $1.800, precio que en los locales de la Ciudad Autónoma no bajará de los $2.200.

La inflación marcó más de 25 puntos para diciembre y enero marco 20,6%, lo que dificulta cada vez más el consumo de la clase media

Según lo informado por el Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec), en los últimos 12 meses el precio del pan aumentó 251,2%, casi 40 puntos por encima del valor general de la inflación, que terminó el año en 211,4 por ciento.

Desde que el trigo sale del campo hasta que el pan que llega al mostrador, su precio se multiplicó varias veces, hasta ocho dependiendo del producto final. En la ecuación del costo, el trigo solo representa un 10% del precio final; el molino representa un 5,3%, mientras que el 59% es gastos e insumos de la panadería y un 25% se va en impuestos.

Haciendo un análisis eslabón por eslabón y poniéndole cifras al producto final y tomando $2.200 por precio final promedio, por cada kilo de pan francés, $220 representan el costo del trigo, $110 el del molino, $550 son impuestos y los restantes $1.320 son costos propios de la panadería

En diciembre de 2023, el kilo de pan francés tipo flauta se comercializó a $1.500 promedio en comercios ubicados en territorio bonaerense, un 23% por encima al mes anterior ($1.250). Supera los dos mil pesos desde el viernes y se habla de un nuevo aumento luego de la primera quincena de febrero.

La inflación marcó más de 25 puntos para diciembre y enero marco 20,6%, lo que dificulta cada vez más el consumo de la clase media. Y así como la carne, en todas sus variantes, parece haber encontrado el equilibrio, el valor de los lácteos -y la leche en particular- y los panificados continúan en alza, sin miras de encontrar un techo.

La autora es ingeniera agrónoma, especialista en mercados del agro y conferencista en mercados de grano

Hacer Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.