ERP vs. Perón
Victor Samuelson, el ejecutivo de Esso cuyo secuestro por parte del ERP refería el cable de la embajada

“La incierta motivación y el hecho de que los secuestros (si no algo peor) son cosa de todos los días en la Argentina, sin duda aumentará la incomodidad de la comunidad extranjera de negocios”.

Así decía el cable del 10 de diciembre de 1973, hace hoy 50 años, en que Max Vince Krebs, encargado de negocios de la Embajada de EEUU en la Argentina, refería al Departamento de Estado el secuestro de Victor Samuelson, gerente de la petrolera Esso (como se conocía localmente a Exxon, hoy ExxonMobil) en Campana, en un lugar cercano a la refinería de la empresa en la localidad.

Conceptos como “seguridad jurídica” y “clima de negocios”, que la Argentina actual necesita afianzar para atraer inversiones y tecnología y mejorar su inserción en el mundo, eran entonces una ficción. Los grupos armados ahuyentaban la inversión extranjera, y la actividad económica en general, con secuestros, balas y sangre.

Según Krebs, el secuestro, por el que el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) no había pedido rescate pero sí reconocido como propio, además de anunciar que Samuelson sería juzgado por la “explotación del pueblo por parte de las corporaciones multinacionales”, era “una innovación de los terroristas locales” pues -agregaba- “ese tipo de juicios han estado reservados a oficiales militares (y ocasionalmente civiles) de gobiernos anteriores”.

El diplomático creía que eventualmente prevalecería el interés económico “y la liberación de Samuelson se logrará con el pago de algún monto de dinero, aunque aún no se ha hecho mención a un rescate; por ahora los terroristas están más interesados en la publicidad”.

Secuestro extorsivo Empresario EEUU Samuelson

Días después Exxon dispuso que 3 ejecutivos y 16 empleados fueran evacuados de la Argentina, según un cable de Reuters publicado el 13 de diciembre por The New York Times. La nota citaba “fuentes de la embajada de EEUU en Buenos Aires”, agregaba que el de Samuelson era el décimo secuestro de un empresario extranjero en la Argentina en el año y que Ford había evacuado a 22 ejecutivos “después de recibir amenazas de muerte de diferentes organizaciones terroristas y del asesinato de John Swint, uno de sus ejecutivos, por parte de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP)”.

El Times informaba además que la fábrica de ascensores Otis había trasladado sus ejecutivos de la Argentina a Brasil tras recibir amenazas del ERP, que además tenía cautivos a Florencio Crespo, un general del Ejército, y a Niborg Andersen, un ejecutivo del Banco de Londres. También The Journal of Commerce, una tradicional publicación de negocios de EEUU, se había hecho eco de la situación y calificado a Buenos Aires como “la capital mundial del secuestro”.

Dicho y hecho

A los pocos días, la predicción de Krebs se cumplió: el ERP pidió el pago de un rescate y tras negociar algunos meses obtuvo un botín de USD 14,2 millones de entonces, equivalentes a USD 98,4 millones de hoy, en lo que fue el cuarto rescate más alto pagado por una empresa en la historia, según un ranking que elaboró en 2012 la revista norteamericana Business Insider.

El mayor rescate pagado tras un secuestro extorsivo sigue siendo el de los hermanos Jorge y Juan Born, por cuya liberación Montoneros obtuvo USD 60 millones de entonces, unos USD 374 millones de hoy.

Pero lo más asombroso del ranking de Business Insider es que de los 18 mayores rescates empresarios de la historia, 9 tuvieron lugar en la Argentina de los 70s.

El non-plus-ultra de los rescates extorsivos, el de los hermanos, Born supera por casi 50% el valor del segundo (en 1996, de Victor Li, hijo de un magnate de la construcción en Hong Kong) y más que duplica el del tercero (en 1997, de Walter Kwok, hijo del empresario entonces más rico de China), ambos cometidos por un gangster chino arrestado y ejecutado en el año 2.000.

Jorge Born, durante su cautiverio bajo el control de Montoneros. Sigue siendo, por lejos, el botín de un secuestro extorsivo más grande de la historia
Jorge Born, durante su cautiverio bajo el control de Montoneros. Sigue siendo, por lejos, el botín de un secuestro extorsivo más grande de la historia

El cuarto fue el rescate de Samuelson. El quinto mayor pago de rescate extorsivo del ranking también fue en la Argentina de los 70s; el de Charles Lockwood, con una particularidad: el ejecutivo de Roberts, otra empresa de EEUU, fue secuestrado dos veces, ambas por el ERP, en 1973 y en 1975. La suma de ambos rescates totalizó, a valores de hoy, 71,1 millones de dólares.

El sexto lugar del ranking es uno de los casos más famosos de la historia: el de Patricia “Patty” Hearst, secuestrada en 1974. A pedido de los secuestradores, su abuelo, el magnate de medios William Randolph Hearst distribuyó alimentos por USD 6 millones (unos USD 37,4 millones de hoy) entre los pobres, pero los secuestradores dijeron que era de mala calidad y se negaron a liberar a Patty, que al final se sumó a sus secuestradores (caso emblemático de “Síndrome de Estocolmo”) hasta que fue arrestada por el robo de un banco.

El séptimo caso del ranking también ocurrió en la Argentina de los 70s: el secuestro de Enrique Metz, ejecutivo de Mercedes Benz, por cuya liberación Montoneros obtuvo en 1975 un rescate de USD 5 millones de entonces, unos USD 28,6 millones a valores de hoy.

En el noveno lugar está el caso de John Thompson, ejecutivo de la empresa de neumáticos Firestone, secuestrado en 1974 por el ERP y liberado tras el pago de USD 3 millones de entonces, unos USD 18,7 millones de hoy.

ERP vs. Perón
La tapa de Estrella Roja en que el ERP celebraba el botín de USD 14 millones pagado por Exxon para obtener la liberación de Samuelson

También ocurrieron en la Argentina los secuestros que generaron los puestos 12 y 13 del ranking mundial de rescates empresarios. El primero fue a raíz del secuestro en 1973 de Francis Brimicombe, ejecutivo de la Tabacalera British American Tobacco, que había vivido 30 años en la Argentina antes de ser capturado durante una salida a un campo de golf. Por su rescate, el ERP logró un botín de USD 1,7 millones de entonces, unos USD 11,8 millones a valores actuales. El puesto 13 lo ocupó el rescate de Anthony da Cruz, ejecutivo de Kodak, firma norteamericana de cámaras y rollos fotográficos, por entonces número uno del mundo, de la que los secuestradores (no se determinó el grupo) obtuvieron en 1973 un rescate de 1,5 USD millones, cerca de USD 10,4 millones a valor actual.

Los primeros millones

Los otros dos “casos argentinos” del Top 18 de Business Insider ocurrieron en 1972, con pocos días de diferencia. Fueron los de Vincenzo Russo (puesto 16), ejecutivo de ITT, secuestrado por Montoneros, y de Ronald Grove (puesto 17), ejecutivo de la firma frigorífica Vesty Meat Packing Co, secuestrado por el ERP. En ambos casos los rescates fueron de USD 1 millón, unos USD 7,36 millones de hoy. Se trató de los primeros botines “de 7 dígitos” y tal vez cebó a las organizaciones armadas para financiar el alto costo de la clandestinidad.

Las cifras son en cualquier caso llamativas. A fines de 1983 se produjo el más conmocionante secuestro de un empresario de la historia europea, no listado en el ranking de Business Insider. La víctima fue Freddy Heineken, que por entonces conducía la cervecera holandesa. Por él, una banda de delincuentes profesionales pidió USD 11 millones de rescate, pero accedió a USD 2,5 millones, unos USD 7 millones de hoy, menos que todos los botines extraídos por los grupos terroristas argentinos citados en el ranking.

ERP vs. Perón

La nota del New York Times de fines de 1973 sobre el secuestro de Samuelson señalaba también que a raíz de la decisión de Ford de mover sus ejecutivos fuera del país luego del asesinato a quemarropa de John Swint, directivo de Transax, filial de la empresa en la Argentina, y de 3 asistentes, “el gobierno del presidente Juan Domingo Perón ofreció custodiar las fábricas y proveer guardaespaldas a empresarios extranjeros”.

Perón había sido elegido el 23 de septiembre, con el 63% de los votos. Apenas 48 horas después Montoneros asesinó a José Ignacio Rucci, el sindicalista en quien Perón más confiaba, para “enviarle un mensaje” al viejo general, quien en el velorio de Rucci declaró: “me cortaron las piernas”.

La soberbia, además de armada, era ya codiciosa.

Hacer Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.