Gabriela Cabezón Cámara y Patricia Kolesnicov en la apertura del Diálogo de Escritoras y Escritores de la Argentina en la Feria del Libro
Gabriela Cabezón Cámara, en la Feria del Libro de Buenos Aires 2023. (Cleo Bouza / Verónica Bellomo para Fundación El Libro) (Cleo Bouza/)

¿Qué tiene Las niñas del naranjel que enamora así? ¿Qué tiene la novela que la argentina Gabriela Cabezón Cámara publicó en 2023 a través de Penguin Random House y que ya fue seleccionado como uno de los mejores del año por los periodistas de Infobae y que ahora acaba de ganar el Premio Ciutat de Barcelona de Literatura en lengua castellana?

Brevemente: la novela toma un personaje real, Catalina de Erauso, una monja del siglo XVII que desafió las convenciones de género de su tiempo para vivir aventuras como hombre en América Latina. Podría haber sido una novela “travesti” pero Cabezón va más allá y pone a Antonio -uno de los nombres que tomará el personaje ya como hombre, ya como soldado- a encontrarse con dos nenas guaraníes, abrirse a esa otra cosmovisión, intentar una comunicación con las palabras que pueden ir hilando juntos, cuidarlas. El personaje violento se expone a la ternura y, también, a las cultura americana previa a la Conquista. Todo con un lenguaje arrollador en el que hay hasta un guaraní inventado.

Se trate, entonces, de una transformación que va a ser social, económica, política, religiosa, de visión del mundo todo. La novela se planta en una posición que podemos llamar “post-trans”. Desde el siglo XVII apunta a una sensibilidad que parece asomar en el siglo XI. “Me parece la situación ideal para el tema trans… no ser un tema. Sos trans como podés tener rulos. Cualquier rasgo identitario”, dijo la autora en noviembre, en una entrevista con Infobae.

El jurado del premio catalán, formado por Esther Zarraluki, Ana María Iglesia Pagnotta, Isabel Sucunza, Pablo Martín Sánchez y Diego Falconí, destacó en la obra de Cabezón Cámara “la complejidad del discurso colonial y de género” y “la capacidad de amalgamar diferentes tradiciones, culturas y lenguas”. También destacan “la relectura audaz de una controvertida figura histórica y la prosa arriesgada, poética y animal”.

Las niñas del naranjel, de Gabriela Cabezón Cámara

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“Animal” no es una palabra habitual para la crítica literaria. Cierto que la selva, sus habitantes, su flora son protagónicos en la novela pero, además, hay una fuerza en la escritura que seguramente sea lo que los jurados subrayan.

Efectivamente, una de las características más innovadoras de la obra es su uso de un lenguaje que intenta emular el español de la época colonial, mientras integra vocabulario guaraní y reflexiona sobre la convivencia entre culturas en el Nuevo Mundo. Este acercamiento lingüístico permite a Cabezón Cámara construir un relato que es al mismo tiempo accesible y desafiante y mete al lector de cabeza en una atmósfera que combina elementos históricos y literarios de manera única.

Todo con una escritura potente -animal- y bella como pocos se atreven en los tiempos que corren. Por ejemplo, así cuenta Cabezón el momento en que la joven novicia rompe con eso que siente que no es y se lanza a su nueva identidad y a su nuevo destino:

El dolor ese me tuvo quietecita hasta que tus llaves se me impusieron a los ojos y al corazón y al cuerpo entero como se le impone el suelo a lo que cae, sentí mi propia raicita rompiéndome y no dudé, no pude, no supe de bien ni de mal, no me pregunté si sería pecado, si estaría atentando contra mi Señor Dios, contra tu buen amor, contra mi alma, si ardería luego no sólo en el infierno sino en las hogueras de la Santa Inquisición. Mi cuerpo vio la puerta y salió como el tallo de la nuez por el agujerito húmedo que le hicimos”.

La novela también se destaca por su tratamiento de la violencia y la búsqueda de la libertad en un mundo marcado por la opresión. A través de la figura de Erauso y otros personajes, Cabezón Cámara reflexiona sobre las posibilidades de resistencia y rebelión frente a estructuras de poder abrumadoras. Además, el texto sugiere que la confrontación con el otro —ya sea el colonizador, el indígena, o incluso la naturaleza misma— es un elemento central en la construcción de nuevas formas de entender el mundo.

La novelista argentina (San Isidro, 1968) dijo a Infobae que el premio la deja “contenta y sorprendida”. No es para menos. El próximo 13 recibirá, en Barcelona, el premio y los 9.500 euros que lo acompañan.

Más del premio Ciutat de Barcelona

Por supuesto, la ciudad de Barcelona da también un premio a la literatura escrita en catalán. En este caso fue para Lo mig del món, de Roser Vernet, publicada por Club Editor. La novela destaca urgencia de prestar atención al cambio y declive del paisaje rural catalán. En esta obra, Vernet utiliza su prosa para pintar un cuadro emotivo de una Cataluña que se desvanece ante nuestros ojos, invitando a una reflexión sobre el tiempo, el espacio y la necesidad de conectarse con las propias raíces.

La autora sitúa su narrativa en el escenario cambiante de la Cataluña rural, entre campos de olivos, instalaciones eólicas abandonadas, casas de campo deshabitadas y ríos que ya no fluyen como antes. A través de su descripción vibrante y sensorial del entorno, Vernet no solo lamenta la pérdida de este paisaje sino que también plantea una crítica contundente sobre el impacto ambiental y social del progreso no regulado. Su llamado no es solo a la nostalgia sino a una acción colectiva para preservar lo que aún queda de ese mundo en extinción.

También, por decisión unánime, Marta Pera ha sido galardonada con el Premio Ciutat de Barcelona de Traducción en lengua catalana por su obra de traducción al catalán de Orlando de Virginia Woolf, editado por Viena Edicions. Por otra parte, Mar García Puig ha recibido el Premio Ciutat de Barcelona Agustí Duran i Sanpere de Ensayo, Humanidades e Historia de Barcelona por su libro La historia de los vertebrados, disponible tanto en Random House como en su versión en catalán en La Magrana. Estos reconocimientos destacan por su contribución a la cultura y la literatura catalanas, resaltando la importancia de la traducción y la investigación en humanidades y la historia local.

El jurado, compuesto por miembros como Míriam Cano (presidente), Marc Donat, Susanna Rafart, Xènia Dyakonova, y Marc Rubió, alabó la labor de Marta Pera por revitalizar el clásico Orlando con un lenguaje vivo y adaptable que captura fielmente el espíritu de la obra original de Woolf. Esta decisión refleja el valor de la adaptación literaria y su papel en la conservación de las obras clásicas para las futuras generaciones. En el caso de Mar García Puig, el jurado integrado por Andrea Soto Calderón (presidenta), Pau Alsina, Jorge Luis Marzo, Iván de la Nuez y Mireia Capdevila, otorgó el premio destacando la obra por su profundo análisis en temas de feminismo, maternidad, política de poder y política sanitaria, ensamblando de manera excepcional la investigación documental con vivencias personales.

(Noticia en desarrollo)

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