Un hombre observa una pantalla con información del índice Merval (REUTERS/Marcos Brindicci)
Un hombre observa una pantalla con información del índice Merval (REUTERS/Marcos Brindicci) (MARCOS BRINDICCI/)

Casi como un calco de lo sucedido en la previa a las PASO, la principal preocupación de Sergio Massa por estos días es mantener la estabilidad cambiaria para evitar otro rebrote inflacionario. La implementación de la nueva versión del dólar soja mejoró la oferta de divisas y está ayudando para mantener cierta tranquilidad. Pero los mercados descuentan que esta relativa calma podría durar muy poco.

En octubre no solo termina el esquema ideado para que las cerealeras puedan disponer libremente del 25% de lo que exportan, sino que además serán las semanas previas a las elecciones. Por lo tanto, se espera un aumento fuerte de la demanda de divisas y al mismo tiempo una sustancial merma de oferta, lo que podría desencadenar otra fuerte presión sobre el tipo de cambio libre. En la previa a las PASO el dólar había pasado de $500 a $600 en pocas semanas, ante el aumento de la incertidumbre electoral.

La incertidumbre respecto al resultado de las elecciones es enorme y eso seguramente provocará mayor demanda de los inversores locales por moneda dura. Al mismo tiempo, también se espera mayor salida de fondos de empresas extranjeras, que terminarán afectando al contado con liquidación.

A fuerza de congelamientos, incluyendo al dólar oficial, Massa espera llegar a octubre con algo de aire y aspira a meterse en la segunda vuelta electoral

El ministro de Economía y candidato presidencial hoy tiene dos preocupaciones simultáneas: que no se desborde el tipo de cambio y controlar la inflación luego del cimbronazo que provocó el 12,4% de agosto que el Indec divulgó a mediados de esta semana.

Los congelamientos de precios de combustible, tarifas, medicina prepaga y el sendero de aumentos del programa Precios Justos buscan suavizar el aumento de septiembre con un objetivo modesto y a su vez complicado: que la inflación de este mes vuelva a un dígito, ya que el dato se conocerá solo diez días antes de las elecciones.

Sin embargo, cualquier logro menor que se alcance por estas horas tanto en materia de inflación como cambiaria será de corto plazo. El Relevamiento de Expectativa de Mercado (REM) que acaba de publicar el Central reflejó con crudeza la visión que tienen las consultoras, pero que también resume la visión que tienen los inversores sobre lo que se viene en materia financiera.

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Según esas proyecciones, luego de un par de meses de inflación en torno al 9%, habrá un fuerte salto en diciembre a más de 13%, que llegaría a 14% en enero. En caso de darse, se trataría de un nivel incluso superior al registrado el mes pasado.

Por supuesto que no se trataría de un fenómeno aislado, sino que respondería a la posibilidad de un cambio del régimen cambiario coincidiendo con el nuevo Gobierno. Con un cepo que ya hace agua por todos lados, cualquiera de los tres candidatos que termine siendo presidente deberá ir rápidamente hacia un cambio de régimen, lo que seguramente incluya un sinceramiento al menos gradual del tipo de cambio oficial, que Sergio Massa congeló a $350 hasta fines de octubre tras el salto post PASO.

Al mismo tiempo también habrá que salir del actual régimen de congelamiento de una enorme cantidad de precios, lo que también provocará un incremento adicional del índice de inflación en el corto plazo.

Pero si bien existen pocas dudas respecto a que todo se encamina a un diciembre o más bien todo un verano caliente, también existe la posibilidad de que todo se adelante. Así lo planteó incluso el candidato presidencial Javier Milei: “Si Massa se queda afuera de un posible ballotage en octubre y el Gobierno sufre un vacío de poder, esto podría tener fuertes consecuencias sobre la economía y que estalle una crisis mucho peor a la actual”. Incluso, reiteró que no descarta de plano un escenario de hiperinflación, pero no durante su eventual gobierno sino que estalle sobre el final de la actual administración.

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