El presidente Néstor KIrchner canceló en forma anticipada toda la deuda con el FMI en 2006, con uso de reservas del BCRA (Reuters)
El presidente Néstor KIrchner canceló en forma anticipada toda la deuda con el FMI en 2006, con uso de reservas del BCRA (Reuters) (AGUSTIN MARCARIAN/)

A lo largo de la historia económica de ya casi un siglo, la Argentina ha mostrado una singular incapacidad para acumular reservas en divisas en el Banco Central, pese a que casi regularmente el saldo del intercambio comercial (exportaciones menos importaciones), ha sido ampliamente superavitario.

La estadística del BCRA detallada en el Balance Cambiario mensual, comienza en enero 2003 y llega hasta junio 2023, permitió a Infobae detectar que en esos 20 años largos el saldo positivo del comercio exterior de bienes ascendió a USD 256.750 millones, de los cuales sólo USD 16.678 millones se sumaron a las reservas, pese que las salidas de divisas sumaron poco más de USD 458.000 millones, un PBI, según el promedio de las dos décadas -excluidas las operaciones de crédito internacional y repetidos canje de títulos públicos-.

Semejante brecha, entre los recursos genuinos generados por la economía real, y los flujos financieros, no fue destinado a disminuir el endeudamiento de las empresas y en particular del sector público en el largo período en que predominaron las restricciones al libre movimiento de capitales y acceso a las divisas; ni tampoco a financiar procesos de inversión en las últimas tecnologías, las cuales derivan en ganancias de productividad y aumento de la competitividad, sino que se explica en gran parte por la concurrencia de sostenida “fuga” y desaliento al ingreso en los más de 16 años con controles de cambio.

Y si bien en el reducido período de libertad de cambios, básicamente entre 2016 y avanzado 2019, la estadística muestra una aceleración de la salida de capitales para “formación de activos externos”, técnicamente no debiera catalogarse como “fuga”, porque se trató de movimientos de fondos en el ejercicio de las facultades que tuvieron individuos y empresas, en este caso en respuesta a regularizar operaciones que estaban vedadas en el período previo, y en resguardo a nuevas restricciones, como finalmente se instrumentaron, como las que rigen y se agregan en la actualidad.

Esas salidas por parte del sector privado acumularon en el período de referencia poco más de USD 194.000 millones (casi medio PBI al valor promedio de esos años estimado por el Indec), otros USD 5.100 millones por parte del sector financiero; en contraste con el sector público que registró ingresos por casi USD 15.000 millones.

Los recursos genuinos generados por la economía real, y los flujos financieros, no fueron destinados a disminuir el endeudamiento de las empresas y en particular del sector público

Además, alimentaron la alta propensión de las empresas y de los individuos -sin discriminación por nivel de ingresos-, a ahorrar o comprar moneda extranjera para sus transacciones presentes o futuras, por las recurrentes políticas de confiscaciones de depósitos en moneda nacional y extranjera, entre las que se destacan en el período reseñado los fondos acumulados en las AFJP.

En el caso de las personas, ya forma parte de la “costumbre” juntar dólares para planificar una operación inmobiliaria, comprar un automóvil 0Km o usado, un viaje fuera del país, o simplemente como “reserva de valor” frente a un histórico proceso inflacionario que no da tregua, en particular desde la salida traumática de la convertibilidad fija entre el peso y el dólar.

Y aún en los tiempos de controles de cambios, como el actual, rigen autorizaciones de compra de moneda extranjera por un cupo mensual de hasta USD 200 para ahorro, y hasta USD 300 por pagos de servicios en el exterior con tarjeta de débito y crédito, con el Impuesto para una Argentina Inclusiva y Solidaria (PAIS) de 30% y 45% (subió 10 puntos porcentuales a fines de julio) en concepto de anticipo de Ganancias y Bienes Personales. En el primer caso accedieron en junio unas 800.000 personas.

Aun así, la estadística oficial dio cuenta de que en el acumulado de poco más de 20 años (hasta el 30 de junio 2023) las reservas brutas del BCRA se elevaron en USD 16.678 millones por transacciones y en otros USD 772 millones por “ajustes por valuación”.

La estadística del BCRA agrega en una columna aparte desde julio 2017 hasta agosto 2019 en “concepto no informado por el cliente (neto)”, el ingreso de USD 13.701 millones, al parecer originado en el éxito del blanqueo de capitales que se efectivizó en ese período.

Si se consideran exclusivamente las operaciones corrientes de balance de pagos cambiario vinculadas con el intercambio comercial y la gestión de las empresas, consumos de las familias y deuda global -antes del uso del crédito-, surge que el mayor destino del superávit comercial fue el pago de intereses con 46%; seguido por el gasto en servicios de fletes y otros (principalmente seguros) 31%; y en menor medida al giro de dividendos a casas matrices del exterior 12%; y por gastos con tarjeta fuera del país, 11 por ciento.

Balance por gobierno

La gestión de los últimos cinco presidentes se caracterizó por registrar superávit comercial, resultando el más abultado en el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner con más de USD 70.000 millones, caracterizado por un singular “viento de cola” de los precios internacionales de las materias primas que más exporta la Argentina, aunque apenas pudo acumular en las reservas del BCRA unos USD 4.700 millones.

Néstor Kirchner y Alberto Fernández registraron similares superávit comercial, pero el primero incrementó las reservas en USD 32.000 millones y el segundo las redujo en USD 27.000 millones (hasta junio 2023)

Le siguieron en el ranking de excedente del intercambio en primer lugar la etapa de 54 meses de Néstor Kirchner con USD 59.949 millones y la actual de 43 meses de Alberto Fernández con USD 56.048 millones, aunque con un contraste notable en términos de acumulación de reservas: en el primer caso, fiel a su condición de disciplina con el ahorro, sumó USD 32.000 millones; y en el segundo, por el contrario, las redujo en USD 27.000 millones.

Un fenómeno similar se observó en la segunda presidencia de CFK y la única de Mauricio Macri, porque si bien anotaron superávit en la balanza de bienes por USD 34.000 millones, con leves diferencias, también contrastaron en la capacidad de reforzar los activos externos del BCRA: en el primer caso se redujeron en USD 14.100 millones, y en el segundo se elevaron en USD 21.100 millones.

En el giro de dividendos al exterior sobresalió la primera presidencia de Cristina Fernández de Kirchner con más de USD 13.600 millones

Respecto del destino de las divisas, la gestión de Cambiemos ocupó el primer lugar en lo que respecta al pago de intereses de la deuda, luego de regularizar atrasos del gobierno anterior, y cerrar el pleito con poco más de 7% de los bonistas que no habían adherido al canje de 2005 y 2010; y también en pago de servicios de fletes y otros, así como la liquidación de saldos de consumos con tarjeta; y en el giro de dividendos sobresalió la primera presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, entre los principales movimientos.

En cuanto a la formación activos externos privados, la estadística revela que la mayor salida de capitales (sin control de cambios) se registró en la presidencia de Mauricio Macri, con USD 86.700 millones, luego de poco más de cuatro años con cepo; y en la primera presidencia de CFK con poco más de USD 69.000 millones.

La mayor formación activos externos privados se registró en la presidencia de Mauricio Macri con USD 86.700 millones

Asimismo, el gobierno de Cambiemos se destacó por liderar la reducción de activos externos del sector público, al registrar ingresos por USD 14.400 millones, según informa el Banco Central; en contraste con la presidencia de Néstor Kirchner que cerró con un aumento de esas tenencias por poco más de USD 8.000 millones.

También la presidencia de Macri sobresalió por el uso intensivo del crédito internacional, no sólo del FMI por USD 44.500 millones, sino también de otros organismos y del sector privado, con la colocación de títulos públicos (en gran parte para regularizar atrasos con bonitas).

En el extremo opuesto se ubicó la presidencia de Néstor Kirchner, que cerró la gestión con cancelaciones netas en todos los frentes, en particular con el FMI que pagó anticipadamente vencimientos por poco más de USD 9.500 millones en 2006 con el uso de reservas del BCRA.

El corriente año cerrará con una enorme deuda acumulada con los importadores, que según coinciden diversas fuentes, ya asciende a USD 20.000 millones; más nuevo endeudamiento con organismos internacionales y el Banco de China, para financiar un déficit fiscal primario que en el acuerdo con el FMI se mantiene en 1,9% del PBI, al que se agregan otros dos puntos porcentuales por el pago de intereses de la deuda del sector público.

La buena noticia es que todas las previsiones anticipan para 2024 un notable repunte del balance comercial, con la esperada superación de la sequía, la extensión de la red de gasoductos, y desarrollo de proyectos mineros, principalmente, que permitirá mejorar el balance cambiario global.

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