El crecimiento económico de largo plazo, y en particular en los últimos 50 de los 80 años, tiene mucho de “ruido blanco”, es decir simple ruido sin tendencia apreciable (EFE)
El crecimiento económico de largo plazo, y en particular en los últimos 50 de los 80 años, tiene mucho de “ruido blanco”, es decir simple ruido sin tendencia apreciable (EFE)
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El panorama de alzas y bajas sucesivas del PBI a lo largo de varias décadas no aportan mucho en términos netos. Las excepciones están asociadas a períodos de bonanza externa o cambio estructural doméstico que dura unos pocos años, hasta que revierte.

En suma, el crecimiento económico de largo plazo, y en particular en los últimos 50 de los 80 años, tiene mucho de “ruido blanco”, es decir simple ruido sin tendencia apreciable.

O sea, en términos de PBI por habitante, el país se mueve mucho pero no va para ningún lado; el PBI por habitante de 2024 está apenas en los niveles que ya tenía en 2005, mientras el resto de la región y el mundo -salvo los países fallidos- están bastante mejor.

Por supuesto que como vivimos en el corto plazo, pasamos de la depresión a la recuperación, y ciertamente 2024 no parece ser una excepción.

El PBI por habitante de 2024 está apenas en los niveles que ya tenía en 2005, mientras el resto de la región y el mundo -salvo los países fallidos- están bastante mejor

Hay buenos argumentos para esperar que la contracción de la economía alcance sus mayores profundidades en el segundo trimestre y que eventualmente ya en el curso del tercer trimestre tengamos claras señales de recuperación desestacionalizada, hasta lograr números interanuales positivos unos meses después.

El inefable Chauncey Gardiner (Peter Sellers, “Desde el Jardín”) también pronosticaba con gran precisión que “después del invierno llega la primavera”.

El rebote -tal como ocurrió tras la pandemia de 2020, tras la crisis financiera de 2008 y tras la crisis de la Convertibilidad en 2001- requiere algunos ajustes que, tarde o temprano, aparecerán en 2024 y podrían dar un buen escenario para 2025. Pero los rebotes económicos de la Argentina se agotan, a menos que haya un cambio de régimen.

La productividad laboral y el PBI por habitante crecieron a nivel global (mundial) poco más de 30% entre 2007 y 2022, mientras que en la Argentina cayó 5%, y el PBI fue apenas 1% mayor (EFE)
La productividad laboral y el PBI por habitante crecieron a nivel global (mundial) poco más de 30% entre 2007 y 2022, mientras que en la Argentina cayó 5%, y el PBI fue apenas 1% mayor (EFE) (Juan Ignacio Roncoroni/)

De allí que la “salida en V” no refiere tanto a que después de caer casi 5% en 2024, la economía muestre un crecimiento de 5% en 2025, sino a que esa tasa de crecimiento pueda sostenerse por muchos años. Y ello no es posible a menos que el país experimente un salto de productividad, solo consistente con el mencionado cambio de régimen.

La evolución de la productividad comparada

Los datos son apabullantes. Muestran que la productividad laboral y el PBI por habitante crecieron a nivel global (mundial) poco más de 30% entre 2007 y 2022. En América Latina, el promedio indica que mientras la productividad media creció 8% en ese periodo, el producto por habitante lo hizo casi 13%. El desempeño de la Argentina fue uno de los peores: su productividad laboral cayó 5%, mientras que el PBI fue apenas 1% mayor.

Los niveles actuales en nuestro país de productividad son consistentes con una caída importante de los salarios reales de equilibrio -porque, a la larga, los salarios reales dependen de la productividad- y lo que es más importante, esa caída de productividad e ingresos se ha registrado, entre otras cosas, a partir de un deterioro de la formalidad.

Los niveles actuales en nuestro país de productividad son consistentes con una caída importante de los salarios reales de equilibrio

Hay que decir que, para revertir la situación actual, no basta con que todos los sectores crezcan un poco, se requieren cambios entre sectores y dentro de cada sector y empresa para que el producto medio experimente un salto.

La mirada de la productividad es relevante para entender qué puede significar un crecimiento en V que sea un simple rebote: con ello no hay margen para una recuperación sostenida de los ingresos reales, y el fracaso de la salida estará a la vista, a menos que se introduzcan reformas profundas.

No basta con cambiar la fórmula de indexación a jubilados, restablecer el Impuesto a las Ganancias, o seguir cobrando el Impuesto PAIS y retenciones a las exportaciones. Hacer ello es un ticket para permanecer en la liga de los países fallidos.

El autor el Director y Economista Jefe de FIEL. Esta nota se publicó en Indicadores de Coyuntura 662 de FIEL

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