El precio de la carne, el pollo y de otros productos estacionales que en conjunto no aumentaron más de 1,8% el mes pasado permitió al Gobierno, en retrospectiva y casi involuntariamente, sostener un triángulo virtuoso entre inflación, tasa de interés y ritmo de devaluación del dólar oficial.

Por primera vez en el año -y por segunda durante la gestión de Sergio Massa al frente de la gestión económica- la tasa de interés se ubicó por encima del avance de precios y también de la suba del tipo de cambio. A su vez, el tipo de cambio oficial corrió por encima de la inflación. El manual de la ortodoxia hecho realidad.

Como no es la primera vez que ocurre, sino que también en el último bimestre del año pasado este equilibrio “ideal” se había logrado en virtud de una inflación promedio de 5%, que después volvió a desacomodarse ante la nueva aceleración de los precios, las posibilidades de que esa imprevista sincronía vuelva a quebrarse son elevadas. Esencialmente, gran parte de los analistas del mercado y economistas de consultoras privadas -e incluso dentro del propio Gobierno- anticipan que la baja de la inflación puede ser transitoria. En ese sentido, parte por eso y en parte también porque la presión sobre el dólar libre comenzó a hacerse sentir en el marco de la indefinición del acuerdo con el Fondo Monetario, el Banco Central decidió ayer mantener sin cambios la tasa de interés.

Así, el mes pasado, los ahorristas a plazo fijo, por caso, obtuvieron un rendimiento 2 puntos porcentuales por encima de la inflación. En cuanto al dólar, la devaluación durante junio se ubicó más de un punto por encima del 6% del IPC, en términos mensualizados.

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“Ante la baja en la nominalidad de los precios, la autoridad monetaria aumentó este lunes el ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial llevándolo a 8,12% TEM tomando las últimas 5 ruedas para volver a desacelerar en las ruedas posteriores, viajando actualmente a 7,1% efectivo mensual. De todas formas, este ritmo de devaluación ayuda a recomponer la competitividad del tipo de cambio que se venía retrasando con respecto a la suba de los precios”, se afirmó en el último reporte del Grupo IEB.

Claro que hay indicios de que el nuevo statu quo es más bien frágil. El mismo reporte previene que la desaceleración en los precios puede ser temporal y que más pronto que tarde, se verá una inflación subiendo nuevamente. La explicación técnica se encuentra, para la firma de trading, en la demanda de dinero, es decir, la cantidad de pesos de los que los argentinos quieren disponer. “Usando la variación del EMAE (estimador mensual de la actividad económica) y las proyecciones de la actividad del REM (relevamiento de expectativa del Banco Central) vemos una caída en la demanda tanto en el primer como segundo trimestre de este año, lo que nos hace pensar que la desaceleración en los precios puede ser temporal y que más pronto que tarde volvamos a ver una inflación subiendo”, se explicó.

En contrapartida, la baja de la inflación de junio, igual que a fines del año pasado, encuentra motivos más sencillos de explicar. Por un lado, la estabilidad el precio de la carne resulta determinante por su alta ponderación en el índice general, ya que aumentó el mes pasado menos de 1% en promedio a lo que se sumó la caída del precio del pollo, de 5,3%, lo que impulsó fuertemente la categoría alimentos y bebidas para abajo. En este caso, la gripe aviar produjo un efecto impensado: en vez de restringir la oferta, la amplió dado que se cerraron exportaciones hacia muchos mercados, lo que genera una mayor oferta que empuja los precios hacia abajo. Este efecto, sin embargo, no se extenderá indefinidamente.

“El dato de inflación está fuertemente influido por factores estacionales y por dos detalles que ya se advirtieron en el mes anterior. En principio, el precio de la carne casi ni se movió y, en segundo lugar, tuvo una importante caída el precio del pollo. Por eso, implementar cualquier cambio a partir de ese dato, sería un error”, consideraron desde Aurum Valores.

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