Los salarios de los trabajadores no pudieron seguir el ritmo que tuvo la inflación en agosto. En el mes de la devaluación, sus ingresos tuvieron un ajuste 4,8 puntos menor al que registró el Índice de Precios al Consumidor (IPC), según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).
En detalle, el índice de salarios avanzó 7,6% en agosto, frente al aumento del 12,4% que tuvo la inflación general ese mismo mes (de ahí se obtienen los 4,8 puntos de diferencia). De esta manera, en el acumulado de los primeros ocho meses del 2023 los asalariados alcanzaron un ajuste del 75,9%, frente a una inflación del 80,2% para ese mismo período.
Los resultados del octavo mes del año son negativos en términos generales, pero muestran diferencias de acuerdo a la categoría del trabajador que se analice.
En este caso, los trabajadores registrados en forma conjunta tuvieron un aumento nominal de sus salarios del 7,5% en agosto. El ajuste más marcado lo tuvieron los asalariados privados (8,3%), mientras que los empleados estatales tuvieron un incremento menor (6%).
No obstante, sólo los empleados públicos se mantienen en ventaja frente a la inflación acumulada para el período enero-agosto (80,4% vs 80,2%). Los empleados formales del sector privado, en cambio, tuvieron un ajuste del 76,8% en el período analizado, por lo que perdieron por 3,4 puntos frente al IPC en los primeros ocho meses del 2023.
En lo que respecta a los trabajadores informales, en agosto tuvieron un aumento salarial promedio del 8,5%, pero en el acumulado enero-agosto sólo han logrado un ajuste del 63,8%, lo que significa que tienen una desventaja de 16,4 puntos en relación a la inflación de ese período.
Desafío a la pobreza
El hecho de que los salarios aumenten a menor ritmo que los precios tiene graves consecuencias a nivel económico y social. Más allá de la evidente pérdida del poder adquisitivo de los salarios, la incapacidad de los sueldos para acompañar a la inflación implica una mayor presión sobre los índices de pobreza e indigencia.
Para medir ambos indicadores no se toma en consideración el IPC, pero sí se contemplan las diferencias entre los salarios y los estudios de las canastas básicas. Es decir que se compara el ingreso de los hogares con el costo de los insumos de primera necesidad para la vida.
En este caso, los datos estadísticas publicados por el Indec demuestran que las condiciones están dadas para que la pobreza y la indigencia sigan avanzando en el país, aunque será el propio organismo nacional el que comunique los datos oficiales en el futuro próximo.
Según los valores relevados por el Indec, la Canasta Básica Total (CBT), instrumento que mide el total de gastos que debe hacer una familia para cubrir el 100% de sus necesidades durante un mes, tuvo un incremento del 14,3% en agosto. En tanto, la Canasta Básica Alimentaria (CBA), que mide el costo de cubrir el 100% de las necesidades alimenticias, se incrementó un 17% ese mes. La primera se usa para establecer la línea de la pobreza y la segunda la de la indigencia.
Como demuestran los números, ambos indicadores subieron más que los salarios y en algunos casos hasta duplicaron el ritmo de incremento, lo que sugiere que miles de trabajadores tuvieron mayores dificultades para acceder a las canastas básicas. Muchos de ellos, posiblemente hayan pasado a ser pobres durante ese mes.
De todas maneras, la tendencia de aumentos de precios por encima de los salarios ha sido una constante durante casi todo el año. De hecho, entre enero y agosto la CBA aumentó 94,4% y la CBT el 86,7%, frente a la suba promedio de 75,9% de los salarios durante ese período.
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