Javier Milei (Europa Press/Contacto/Esteban Osorio)
Javier Milei (Europa Press/Contacto/Esteban Osorio)
(Europa Press/Contacto/Esteban Os/)

A unas semanas de las elecciones PASO para presidente los argentinos no salimos de nuestro asombro ante sus resultados: si bien se consideraba a Javier Milei un nuevo jugador de relevancia, no se esperaba que terminara encabezando el podio del casi triple empate.

Esta sorpresa es recibida con agrado por algunos, y con desazón por otros. Pero para casi todos abre muchas incógnitas. ¿Acaso Milei será nuestro próximo presidente? ¿Se inaugurará en Argentina un nuevo orden político? ¿Será el fin del Kirchnerismo?

Mucho se habla acerca de quienes son los que votaron a Milei. Podemos intentar descifrar esa incógnita a través de una encuesta realizada en el transcurso de las dos semanas previas a las elecciones. Se trata de una muestra de 4.400 casos relevados en toda la provincia de Buenos Aires incluyendo CABA, ponderada por variables demográficas y voto anterior para ajustarse a los parámetros poblacionales.

Los jóvenes de 16 a 29 años se destacan por ser mayoría entre los votantes de Milei. Además, su electorado es predominantemente masculino. En cuanto al nivel educativo, se da una penetración transversal. Abarca a todos los niveles. En materia geográfica, los propios resultados de la elección mostraron que tuvo mayor adhesión en el interior del país que en la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires.

Los jóvenes de 16 a 29 años se destacan por ser mayoría entre los votantes de Milei. Además, su electorado es predominantemente masculino

¿Cómo piensan y de dónde vienen políticamente estos votantes que han hecho en forma masiva una elección diferente? Acorde a su perfil juvenil, el principal medio por el cual se informan son las redes sociales. Además, se sienten menos interesados por la política que los que votaron otras opciones.

Si tratamos de rastrear su voto pasado, encontramos que en 2015 el 43% de los votantes de Milei había votado a Macri, el 11% a Scioli y el 46% no recuerda. Mas cerca en el tiempo, en 2019, el 31% voto a Macri, el 21% a Fernández, el 18% a Alternativa Federal y un 30% no recuerda. Finalmente en las elecciones legislativas del 2021 alrededor de un tercio de los votantes no recuerda a quien voto, un tercio voto a diferentes partidos (13% JxC, 7% FdT y el 11% a “otros”), y el tercer tercio se inclinó por la opción libertaria que se ofrecía por primera vez cristalizando el traspaso a la nueva fuerza política de votantes que en 2019 eligieron, tal vez con desgano, a Juntos por el Cambio, y en menor medida de quienes habiendo elegido al FdT ya se sentían desencantados luego de dos años de gobierno.

El Mileismo se nutre entonces de tres tipos de votantes diferentes:

1. Macristas o cambiemitas frustrados.

2. Los “Ns/Nc” que no recuerdan, no saben o no votaron en elecciones pasadas, que tienen un voto errático por desinterés, enojo o frustración.

3. De un nuevo y creciente público que son los desencantados del Kirchnerismo, luego del fallido gobierno de Alberto Fernández. Este desencanto y este grupo probablemente irá creciendo al ritmo del deterioro de la economía de acá a las elecciones generales.

El 70% de los votantes de Milei está de acuerdo con que “Para que la economía argentina repunte es fundamental bajar el déficit fiscal y el gasto público”

Sería un error interpretar al voto de Milei como un voto exclusivamente de derecha. La composición de sus votantes es mucho mas heterogénea que su discurso. Aunque los votantes de La Libertad Avanza se parecen más que cualquier otro conjunto de votantes a los de Juntos por el Cambio en relación a algunos puntos centrales de la discusión política y económica nacional, son los votantes de Bullrich los que más se alejan del punto de vista de los de Massa.

El 70% de los votantes de Milei está de acuerdo con que “Para que la economía argentina repunte es fundamental bajar el déficit fiscal y el gasto público”, frente al 86% de los votantes de Bullrich y 35% de los de Massa. Aquí, los votantes de La Libertad Avanza son menos “liberales” que los votantes de Juntos por el Cambio.

El 69% está de acuerdo con que “Hay que recortar los planes sociales para que la gente esté dispuesta a trabajar para obtener ingresos” vs. el 83% de los de Bullrich y el 35% de los de Massa.

El 77% está de acuerdo con que “El próximo gobierno tiene que flexibilizar las leyes laborales para aumentar el empleo considerando que como está la legislación hoy, nadie quiere contratar nuevos empleados” vs. El 82% de los de Bullrich y el 45% de los de Massa.

Pero el 50% está en desacuerdo con que “Es necesario subir el precio de los servicios como la luz, el gas y el transporte público” vs 44% de los de Bullrich, 49% de los de Massa.

El 50% está en desacuerdo con que “Es necesario subir el precio de los servicios como la luz, el gas y el transporte público”

Si miramos “anti” identificaciones políticas, un 47% de los votantes de Milei se declara antikerichneristas o antiperonistas (vs. 68% de los votantes de Bullrich), pero también hay casi un 22% de anti JxC/Macrismo/radicalismo (vs 37% de los votantes de Massa). “No los une el amor sino el espanto” podría ser la frase que describe esta convivencia entre los votantes de Milei.

Hay muchos motivos para pensar que Milei puede mejorar sus resultados en las elecciones generales de octubre. El de Milei encaja perfectamente en la definición de liderazgo carismático según el cual los seguidores depositan su confianza en el líder bajo la creencia de que su persona posee características -si no sobrenaturales- al menos extraordinarias, que le permitirán resolver sus problemas.

La diferencia entre el 30% obtenido para su candidatura a presidente y la pobre performance lograda por La Libertad Avanza en las provincias donde hubo comicios anticipados para gobernador, apoyan la idea de que estamos frente a un líder carismático. Porque uno de los principios que definen al carisma es que este es intransferible. La confianza, la esperanza y las expectativas están depositadas exclusivamente en su persona. Por eso la falta de equipos y experiencia no es algo que le preocupa a su votante. Y por eso también es mucho menos relevante la ideología y lo que dice que la emoción que produce al hablar. No importa lo que diga.

El cansancio acumulado de una población exasperada por vivir sumergida en una crisis interminable es el caldo de cultivo ideal descripto en extensa bibliografía que explica el surgimiento de este tipo de liderazgos. Esa crisis no da señales de que amainará en los próximos meses.

La autora es CEO de Wonder

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