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Aun cuando dentro y fuera del Gobierno había conciencia de que sería difícil de sostener, el alivio que trajo el 6% de inflación de junio resultó mucho más transitorio que lo esperado. Al repunte que ya empezaban a detectar mediciones privadas durante las primeras semanas del mes se sumó el fuerte impacto que tendrán las medidas vigentes desde ayer, principalmente el encarecimiento de las importaciones y también el tipo de cambio diferencial para el maíz. No es el único cultivo alcanzado por el dólar agro, establecido en $340 hasta fin de agosto, pero sí es el que más efectos no deseados generará porque ese nuevo valor se trasladará a precios de alimentos básicos como lácteos y carnes.

Pero eso no es todo: más que las consecuencias no deseadas pero eventualmente calculadas de la nueva batería de medidas consensuadas con el Fondo Monetario para acelerar la firma del acuerdo, en el Gobierno temen ahora la presión que ejercerá sobre la inflación la ampliación de la brecha cambiaria.

Hasta las horas previas a la apertura del mercado, en el equipo económico relativizaban el impacto en la inflación del impuesto PAIS sobre las importaciones porque, destacaban, los productos importados ya vienen aumentando muy por encima del dólar oficial. De acuerdo al índice de inflación mayorista, los importados aumentar en junio 9,7% mientras que el dólar oficial avanzó 7,5% en el mes y 3,4% los dólares financiero. En esos datos fundamentaban los funcionarios las expectativas inflacionarias relativamente moderadas.

Eso cambió ayer, tras el cierre del mercado cambiario con el salto de $24 del dólar informal, que culminó la jornada a $552.

“El blue subió más de 10% en pocos días y eso es capital de trabajo de la pyme y del comercio. Va a precios directo. La brecha me preocupa más que las importaciones”, confió una fuente oficial, quien admitió que “del 6% nos despedimos seguro”. De todos modos, dada la altura del mes, el impacto de la suba del dólar se repartiría entre el próximo indicador y el de agosto. En ese sentido, y en línea con los cálculos privados, el aporte total a la suba de precios de las medidas sería de 2 puntos porcentuales inicialmente, sobre lo que presionará el nuevo precio del dólar libre. “No hay margen para nada bueno, era esto o el default”, se resignó el funcionario. En tanto, en las usinas privadas de análisis económicos, los especialistas se abocaron a proyectar los efectos colaterales.

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El principal será la suba de precios de los alimentos, aun cuando este rubro no quedó alcanzado por el impuesto a las importaciones. En este caso, la presión viene por el dólar agro, que incluyó al maíz, el cultivo que mayor ingreso de dólares aportaría para el Banco Central. Sin embargo, tal como señaló la consultora Equilibra, “si bien el maíz sería el producto que generaría la mayor entrada de divisas, la contrapartida sería su impacto sobre los costos de producción de carne vacuna, pollo y cerdo y, en consecuencia, sobre la inflación”.

En cuanto a las importaciones, los economistas Lorenzo Sigaut Gravina y Lorena Giorgio calcularon que se encarecerán 4,5% en promedio aunque para los servicios el impacto será mucho mayor, del orden de 9 por ciento. “En términos de inflación, estimamos que este set de medidas suma alrededor de 2 puntos porcentuales directos al alza de precios, producto de dos factores: el encarecimiento de las importaciones de bienes y servicios (4,5%) por la suba de alícuotas; y, el incremento interno del precio del maíz –salto de hasta 25% que duraría al menos hasta la finalización del nuevo “dólar agro”- que, a diferencia de la soja, impacta significativamente en los precios de los alimentos porque es el principal insumo utilizado para la cría de animales afectando rubros sensibles como carnes y derivados, leche productos lácteos y huevos, y aceites y grasas”, detalló Equilibra, que precisó que el conjunto de alimentos mencionados inciden más de 13% en el IPC nacional.

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